viernes, 10 de febrero de 2012

AD2























Lo primero de todo es tener una máquina que a uno le guste. La que más le guste a uno, porque se trata de estar contento con el cuerpo, con lo que uno tiene en las manos, y el instrumento es clave para el que hace un oficio, y que sea el mínimo, lo indispensable y nada más. Segundo, tener una ampliadora a su gusto, la más simple posible, en 35 mm la más chica que fabrica Leitz es la mejor, te dura toda la vida.

El juego es partir a la aventura, como un velero, soltar velas ir a Valparaíso o a Chiloé o por las calles todo el día, vagar por partes desconocidas y sentarse cuando uno está cansado, bajo un árbol, comprar un plátano o unos panes y así tomar un tren, ir a una parte que a uno le tinque, y mirar, dibujar también, y mirar. Salirse del mundo conocido, entrar en lo que nunca has visto, dejarse llevar por el gusto, mucho ir de una parte a otra por donde te vaya tincando..de a poco vas encontrando cosas, y te van viniendo imágenes, como apariciones las tomas.

Luego que has vuelto a la casa, revelas copias y empiezas a mirar lo que has pescado, todos los peces, y los pones con su scotch en el muro, los copias en hojitas tamaño postal y los miras, después empiezas a jugar con “eles”, a buscar cortes, a encuadrar y vas aprendiendo, composición, geometría, vas encuadrando perfecto con las “eles”, y amplias los que has encuadrado, y lo dejas en la pared, así vas mirando para ir viendo.

Cuando se te hace seguro que una foto es mala, al canasto, al tiro; la mejor la subes un poco más alto en la pared, al final guardas las buenas y nada más. Guardar lo mediocre te estanca, te estanca en lo mediocre. En lo tope nada más lo que se guarda. Todo lo demás se bota, porque uno carga en la psiquis todo lo que retiene.

Luego haces gimnasia, te entretienes en otras cosas y no te preocupas más. Empiezas a mirar el trabajo de otros fotógrafos y a buscar lo bueno en todo lo que encuentres, libros revistas, etc. Y sacas lo mejor, y, si puedes recortar, sacas lo bueno y lo vas pegando en la pared al lado de lo tuyo. Y si no puedes recortar abres el libro o la revista en las páginas de las cosas buenas, y lo dejas abierto en exposición. Luego lo dejas semanas, meses, mientras te dé, uno se demora mucho en ver, pero poco a poco se te va entregando el secreto, y vas viendo lo que es bueno, y la profundidad de cada cosa.

Sigues viviendo tranquilo, dibujas un poco, sales a pasear, y nunca fuerces la salida a tomar fotos, porque se pierde la poesía, la vida que ello tiene, se enferma. Es como forzar el amor o la amistad, no se puede.

Cuando te vuelva a nacer, puedes partir en otro viaje, otro vagabundeo, a Puerto Aguirre, puedes bajar el Baker a caballo, hasta los ventisqueros desde Aysén. Valparaíso es siempre una maravilla, es perderse en la magia, perderse unos días dándose vueltas por los cerros y calles, y durmiendo en saco de dormir en algún lado de la noche, y muy metido en la realidad, es como nadando bajo el agua, que nada te distrae, nada convencional te distrae. Te dejas llevar por las alpargatas, lentito, como si estuvieras curado, por el gusto de mirar, canturreando, y lo que vaya apareciendo, lo vas fotografiando, ya con más cuidado, algo has aprendido al componer y al cortar, ya lo haces con la máquina y así se sigue, se llena de peces la carreta y vuelves a la casa,

aprendes foco, diafragma, primer plano, saturación, velocidad, etc. Aprendes a jugar con la máquina y sus posibilidades, y vas juntando poesía, lo tuyo y lo de los otros. Toma todo lo bueno que encuentres bueno de los otros, hazte una colección de cosas óptimas, un museíto en una carpeta.

Sigue lo que es tu gusto y nada más, no le creas más que a tu gusto. Tú eres la vida, y la vida es lo que se escoge. Lo que no te gusta a ti, no lo veas. No sirve. Tú eres el único criterio, pero ve de todos los demás, vas aprendiendo. 1

Cuando tengas una foto realmente buena, las amplías, haces una pequeña exposición, o un librito, lo mandas a empastar y con eso vas estableciendo un piso, al mostrarlas te ubicas de lo que son según los veas frente a los demás, ahí lo sientes. Hacer una exposición es dar algo, como dar de comer. Es bueno para los demás que se les muestre algo hecho con trabajo y gusto. No es lucirse uno, hace bien, es sano para todos, y a ti te hace bien porque te va chequeando.

Bueno, con esto tienes para comenzar. Es mucho vagabundeo, estar sentado debajo de un árbol en cualquier parte, es un andar solo por el universo. Uno nuevamente empieza a mirar, el mundo convencional te pone un biombo, hay que salir de él, durante el periodo de la fotografía.

Carta de Sergio Larraín a su sobrino Sebastián Donoso.

Foto Rif Palma 12


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